La generación de energía eléctrica es fundamental para el desarrollo económico y tecnológico de las sociedades, ya que permite el uso de electrodomésticos, comunicaciones, servicios médicos y la realización de actividades industriales y productivas. Es indispensable para el estilo de vida actual y sin ella no sería posible el funcionamiento de fábricas, iluminación; servicios de radio, televisión y telefonía; proporciona calefacción y acondicionamiento de aire para un ambiente confortable en los hogares y sitios de trabajo; y es una fuerza muy flexible, controlable y con una enorme versatilidad.
Existen evidencias científicas de que el acceso a la energía eléctrica impulsa el crecimiento económico y progreso humano. Esto se debe a que la disponibilidad de energía tiene un efecto directo sobre la productividad, la salud, la educación, el abastecimiento de agua potable, los servicios de comunicación, y una larga lista de beneficios y servicios.
Uno de los principales factores tenidos en cuenta para el cálculo del Índice de Desarrollo Humano de los diferentes países es el consumo de energía eléctrica per cápita. Este cálculo es elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Agencia Internacional de la Energía.
La demanda mundial de energía eléctrica continúa aumentando rápidamente, por lo cual se hace necesario acelerar la electrificación, aumentar las inversiones en energía (convencionales y renovables), realizar un consumo racional de energía eléctrica y mejorar la eficiencia energética.