En el primer cuatrimestre de 2025, Argentina alcanzó niveles récord en producción de hidrocarburos: petróleo creció 9,6 % hasta 14,22 millones de m³ y gas un 3,4 % hasta 16.596 millones de m³ —el máximo en 15 años. El auge es impulsado por Vaca Muerta, cuya explotación no convencional sostiene ambas actividades. Los datos reflejan una transformación energética que abre caminos hacia la autosuficiencia y potencial exportador del país.
Fecha:Monday 21 Jul de 2025
Gestor:ESCUELA ESGEP
Entre enero y abril de 2025, la producción de petróleo crudo alcanzó 14,22 millones de metros cúbicos, registrando un ascenso interanual del 9,6 %. Esta cifra representa el volumen más alto registrado en al menos 15 años, superando niveles pre-pandemia y marcando un hito en el crecimiento del sector energético.
En ese mismo periodo, la extracción de gas natural se ubicó en 16.596 millones de metros cúbicos, con un aumento del 3,4 % respecto al año anterior. También fue el volumen más alto desde 2010, cerrando el mejor cuatrimestre en gas desde hace una década y media.
Este fortalecimiento en volumen no solo reposiciona a Argentina en relación con sus propios registros históricos, sino que también señala una consolidación robusta del sector hidrocarburífero, que hasta hace poco se hallaba en niveles reducidos tras la crisis del 2017.
El epicentro del crecimiento es claramente Vaca Muerta, la extensa formación no convencional que ahora funciona como columna vertebral de la producción nacional. Las mejoras en eficiencia en las operaciones de fractura hidráulica y perforación han permitido capturar más recursos con menos inversión y en tiempos reducidos.
Este dinamismo no solo compensa la declinación de los yacimientos convencionales, sino que también ha convertido a Argentina en potencial productor neto de hidrocarburos con capacidad exportadora. El desarrollo de estructuras fiscales y operativas favorables ha fomentado el ingreso de inversiones tecnológicas y capital internacional.
Vaca Muerta también ha orientado el crecimiento del empleo en la industria upstream, con contrataciones formales que se multiplicaron, superando ampliamente la media del sector y generando un efecto positivo en proveedores y servicios asociados en la región de Neuquén.
El alza del 9,6 % en producción de petróleo ha logrado llevar los niveles actuales por encima de los registros más altos anteriores del siglo, y es indicativa de una tendencia sostenida desde 2021. El crecimiento total desde 2020 supera el 47 %, reflejando una recuperación que va más allá de un pico coyuntural.
Este impulso beneficia financieramente: con mayores volúmenes de crudo, las empresas operadoras reducen costos unitarios, aumentan márgenes y generan mayor flujo de caja. Eso permite financiar ampliaciones, inversiones en infraestructura y nuevas áreas de exploración.
El efecto en la recaudación pública también es notable. Se amplían ingresos tributarios y regalías, lo que fortalece las finanzas provinciales en Neuquén, Chubut y Santa Cruz, además de generar fondos para proyectos sociales, logísticos y de bienestar.
Si bien el crecimiento del gas fue menor (+3,4 %), la producción alcanzó los 16.596 millones de m³, posicionándose como el nivel más alto en más de 15 años. Esto significa un aumento sensible en la capacidad del país para abastecer su demanda interna.
La consolidación del gas no convencional, también impulsada por Vaca Muerta, permite reducir las importaciones y mejorar la confiabilidad del suministro. En invierno, esta tendencia es clave para evitar contingencias, sobre todo en zonas del interior.
Además, la producción de gas natural marca una oportunidad futura para la exportación, especialmente a través de infraestructura de GNL planificada (como en Río Negro) o de capacidad térmica a países vecinos, lo que diversificará fuentes de ingresos.
La recuperación del sector hidrocarburífero ha generado cambios profundos en el mercado laboral formal. En el primer cuatrimestre de 2025, el empleo en upstream creció más de tres veces que el promedio económico nacional, reforzando la dinámica regional.
Neuquén, foco de esta expansión, incorporó más de 11.000 nuevos puestos directos formales, superando a otras regiones productoras como Chubut, Santa Cruz y Mendoza. El resultado fue una fuente de trabajo estable y mejor remunerada.
Este efecto ha impactado positivamente en los proveedores locales: metalmecánicas, transportes, servicios y técnicos vieron crecer su demanda y formalizar su operación. Los ingresos adicionales también mejoran la recaudación fiscal en provincias.
El crecimiento sostenido exige apoyo logístico: infraestructura vial, gasoductos, oleoductos y plantas de procesamiento permiten que los volúmenes extraídos circulen sin cuellos de botella.
Proyectos como Southern Energy fueron impulsados para dotar a la región de capacidad de GNL flotante, lo que facilitará las exportaciones al mundo. En paralelo, se espera expandir la red de gasoductos y plantas de compresión.
El involucramiento de grandes empresas —YPF, Pan American Energy, Vista Energy, Shell, Eni, Equinor y otras— está trayendo financiamiento y tecnología para modular el crecimiento, al tiempo que se abren franquicias de AGN (acceso garantizado al sistema).
Con esta producción récord, Argentina camina hacia una transición de país importador a protagonista exportador. Iniciativas de flujo de gas hacia Brasil, envío de GNL vía buques, y acuerdos con empresas internacionales fortalecen este escenario.
Los actores del sector esperan que estos niveles se mantengan y escalen, apoyados por nuevos trenes de GNL, mejoras en oleoductos, y demanda externa. Proyectos flotantes y fiscales apuntan a materializar 6 Mtpa hacia 2030.
El desafío a futuro será sostener la eficiencia, evitar quiebres en la producción, mantener inversión y manejar riesgos como precios globales, restricciones financieras, y tensiones políticas.
Aunque el potencial es grande, la infraestructura aún limita el crecimiento. El primer trimestre mostró frenos logísticos, lo que llevó a la expansión de gasoductos en abril para permitir mayor extracción.
También se requiere equilibrio ambiental: perforaciones intensivas pueden generar presión sobre recursos hídricos, biodiversidad y comunidades locales. Las provincias y la Nación avanzan en regulaciones y controles para gestionar impacto.
La necesidad de estabilidad fiscal y regulatoria es clave: empresas piden condiciones claras, tiempos previsibles para permisos, ventajas tributarias bien diseñadas y seguimiento técnico eficaz para inversionistas.
Los números de 2025 consolidan un perfil energético renovado: el país no solo recupera niveles pre-2010, sino que supera sus picos históricos y demuestra resiliencia post-pandemia.
Esta nueva era posiciona a Argentina como jugador regional en hidrocarburos, con expectativa de llegar a exportar productos o energía licuada. El crecimiento también contribuye a la balanza comercial, podría aliviar deuda externa y reforzar reservas.
La transición ha sido apoyada por políticas públicas, acuerdo sector privado y capital foráneo, sosteniendo un balance entre crecimiento y responsabilidad ambiental.
El año 2025 muestra una Argentina en auge energético: con producción récord de petróleo y gas, el país podría acercarse al perfil de potencia energética regional. Vaca Muerta es el motor indiscutido, y los volúmenes alcanzados son resultado de eficiencia operativa, inversión tecnológica, y políticas favorables.
Los desafíos en infraestructura, sostenibilidad técnica y regulatoria, son superables, y el impulso productor podría generar empleo, divisas y desarrollo territorial. El siguiente paso es consolidar este crecimiento para que sea sustentable en el tiempo, con bases sólidas para un perfil exportador y una matriz energética nacional fortalecida.
Este es el momento de Argentina: mientras el mundo discute transición, aquí ya se transforman volúmenes en estrategia estructural.