La formación Vaca Muerta, considerada el corazón energético de Argentina y una de las mayores reservas no convencionales de petróleo y gas del mundo, atraviesa un momento de desaceleración que genera preocupación en el sector energético y financiero.
Según datos recientes de la Secretaría de Energía, la perforación, fractura hidráulica y producción de nuevos pozos en la cuenca neuquina registraron una caída del 12 % en el último trimestre, lo que podría afectar los ambiciosos planes de expansión energética impulsados por el gobierno del presidente Javier Milei.
Fecha:Monday 20 Oct de 2025
Gestor:ESCUELA ESGEP
Durante los últimos años, Vaca Muerta se consolidó como el pilar de la producción nacional de hidrocarburos: concentra el 64 % del petróleo y el 45 % del gas natural de Argentina, y representa la principal fuente de divisas fuera del sector agroexportador.
Sin embargo, el último trimestre mostró señales de enfriamiento. Empresas como YPF, Vista Energy, Shell Argentina y Pan American Energy han reducido el ritmo de perforación de nuevos pozos, principalmente por la caída internacional del precio del barril (a niveles de US$ 65) y los altos costos internos de operación.
A esto se suma el impacto de las restricciones cambiarias y la volatilidad del peso argentino, que dificultan el acceso a divisas para importar equipos, insumos y tecnología especializada.
Según la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH), el costo promedio por pozo no convencional supera los US$ 11 millones, mientras que los plazos de recuperación de inversión se han extendido hasta un 20 % más que en 2024.
Fuentes del sector indican que la incertidumbre macroeconómica, junto con la inflación y la falta de estabilidad regulatoria, ha generado un efecto de “espera prudente” por parte de inversores internacionales.
Empresas de servicios como Halliburton, Schlumberger y Tenaris han reportado una menor demanda en los últimos meses, lo que confirma la desaceleración del ritmo operativo.
A pesar de que el Gobierno argentino promueve un marco de “liberalización energética”, la implementación de reformas fiscales y aduaneras lentas ha frenado los proyectos que dependían de financiamiento externo.
Un ejecutivo del sector resumió la situación así:
“El potencial de Vaca Muerta es inmenso, pero sin previsibilidad económica y acceso a divisas, no hay modelo que resista. La producción no puede sostenerse solo con capital local.”
El estancamiento amenaza con retrasar el plan de expansión energética 2025–2030, que busca duplicar las exportaciones de petróleo y gas y posicionar a Argentina como un proveedor regional de energía.
En 2024, el país exportó un promedio de 140 000 barriles diarios, con proyecciones de alcanzar los 250 000 en 2026. Sin embargo, el freno operativo podría reducir esas metas hasta en un 25 %.
La situación también pone en riesgo la continuidad de obras clave como:
El Gasoducto Presidente Néstor Kirchner – Fase II, que ampliaría la capacidad de transporte hacia el norte y el Litoral.
El proyecto de planta de GNL en Bahía Blanca, en asociación con YPF y ENI, que busca exportar gas licuado desde Vaca Muerta hacia Europa y Asia.
Las terminales de almacenamiento y oleoductos complementarios destinados a aumentar la capacidad de evacuación del crudo neuquino.
Si la producción sigue desacelerándose, Argentina podría enfrentar cuellos de botella logísticos y una menor generación de divisas, justo cuando el país necesita reforzar su balanza comercial y sus reservas internacionales.
El impacto económico no se limita al ámbito energético. En Neuquén, Río Negro y Mendoza, provincias donde se concentra la producción de hidrocarburos, la baja actividad ya se traduce en reducción de empleo temporal, caída en la recaudación provincial y menor movimiento económico en localidades petroleras como Añelo.
El gobernador de Neuquén, Rolando Figueroa, advirtió que “sin estabilidad macro y sin incentivos claros, se corre el riesgo de que Vaca Muerta pierda impulso justo cuando estaba entrando en su fase más productiva”.
Las cámaras empresariales locales solicitan al gobierno nacional una revisión urgente de los incentivos fiscales y las condiciones cambiarias, para garantizar que las inversiones comprometidas —más de US$ 8 000 millones previstos para 2025–2026— no se posterguen.
A pesar del contexto adverso, los expertos coinciden en que Vaca Muerta mantiene un potencial inigualable.
La formación contiene reservas estimadas en 308 billones de pies cúbicos de gas natural y 16 mil millones de barriles de petróleo recuperable, lo que posiciona a Argentina como uno de los principales jugadores globales en recursos no convencionales.
El desafío, según analistas, no es geológico sino político y financiero.
“La roca sigue siendo la misma, lo que cambia son las condiciones para invertir”, señaló el consultor energético Daniel Gerold, quien advirtió que la falta de previsibilidad podría hacer que otras cuencas, como las de Brasil o Guyana, atraigan la inversión que hoy duda en Argentina.
La desaceleración de la actividad en Vaca Muerta representa una señal de alerta para el futuro energético argentino.
Mientras el potencial geológico continúa siendo enorme, los obstáculos económicos, financieros y regulatorios amenazan con frenar un proceso que podría convertir a Argentina en potencia exportadora de energía.
El Gobierno enfrenta el reto de restablecer la confianza de los inversionistas, garantizar acceso a divisas y mantener reglas claras que permitan sostener el desarrollo de la formación.
De lo contrario, el sueño de transformar a Vaca Muerta en el motor del crecimiento nacional podría quedar temporalmente en pausa, con consecuencias profundas para la economía y la soberanía energética del país.