Ecopetrol enfrenta una crisis fiscal tras el requerimiento de la DIAN de pagar 9,4 billones de pesos por IVA de gasolina importada entre 2022 y 2024, cifra que podría aumentar a 21 billones si se incluye el diésel. La empresa considera que actuó conforme a la normativa vigente y planea impugnar legalmente la interpretación retroactiva de la DIAN. Este cobro compromete hasta el 70% del presupuesto anual de inversión de Ecopetrol, amenazando proyectos estratégicos y la estabilidad financiera de la compañía. La Unión Sindical Obrera (USO) advierte que la medida podría llevar a la quiebra a la petrolera estatal y afectar negativamente al consumidor final. Expertos temen un aumento en los precios de los combustibles, con posibles repercusiones inflacionarias y en la seguridad energética del país. El conflicto refleja tensiones entre la necesidad de recaudo fiscal del gobierno y la sostenibilidad operativa de Ecopetrol.
Fecha:Wednesday 07 May de 2025
Gestor:ESCUELA ESGEP
En un momento crítico para el sector energético colombiano, la estatal Ecopetrol enfrenta una de las mayores controversias fiscales de su historia reciente. La Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) ha exigido a la petrolera el pago retroactivo de 9,4 billones de pesos en concepto de impuesto al valor agregado (IVA) por la importación de gasolina entre 2022 y 2024. Pero la cifra podría ascender hasta 21 billones de pesos si se incluye el diésel. Este episodio no solo pone en entredicho la interpretación legal del marco tributario, sino que también amenaza con alterar de forma considerable las finanzas de la compañía, las decisiones de inversión a corto y mediano plazo, y los precios al consumidor.
La raíz del problema radica en la interpretación de las obligaciones tributarias relacionadas con la importación de combustibles por parte de Ecopetrol. La DIAN sostiene que durante los años 2022, 2023 y 2024, la empresa incurrió en omisiones al no declarar y pagar el IVA correspondiente a la gasolina importada. Aunque el régimen fiscal de los hidrocarburos en Colombia es altamente complejo y ha sufrido diversas modificaciones, la autoridad tributaria argumenta que la ley fue clara al respecto y que el pago debió haberse efectuado con regularidad.
Ecopetrol, por su parte, ha manifestado que actuó conforme a las disposiciones vigentes y que cualquier omisión se produjo dentro de márgenes legales aceptables o como resultado de vacíos normativos que deberían ser interpretados a su favor. El diferendo, más allá de su naturaleza técnica, se ha convertido en un símbolo de los desafíos institucionales que enfrenta Colombia para equilibrar sus cuentas públicas sin desincentivar la inversión estratégica.
El monto exigido por la DIAN es monumental: 9,4 billones de pesos por el IVA de gasolina, que podrían ascender a 21 billones al incluir el diésel. Para poner estas cifras en contexto, equivale a casi el 70% del presupuesto anual de inversión de Ecopetrol, lo que comprometería seriamente sus planes de expansión y mantenimiento de operaciones.
En términos macroeconómicos, esta suma representa un porcentaje relevante del recaudo fiscal anual del país. Sin embargo, para Ecopetrol, pagar una cifra de tal magnitud podría implicar el recorte de inversiones estratégicas, la cancelación de contratos de exploración y producción, o incluso la venta de activos no estratégicos para cumplir con las obligaciones fiscales.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta controversia es su posible repercusión en el mercado de combustibles. Si Ecopetrol se ve obligada a trasladar parte de esta carga fiscal a los consumidores, el país podría enfrentar un alza significativa en los precios de la gasolina y el diésel. Esto tendría un efecto dominó sobre los costos de transporte, los precios de alimentos y otros bienes de consumo, contribuyendo a un repunte inflacionario en un momento en que el país lucha por estabilizar su economía.
Además, el aumento de precios podría provocar un descenso en el consumo de combustibles, afectando la demanda agregada e incentivando aún más la informalidad en la comercialización de hidrocarburos, con todos los riesgos ambientales y de seguridad que ello conlleva.
La Unión Sindical Obrera (USO), que representa a los trabajadores del sector petrolero, ha expresado su profunda preocupación por esta medida. En un comunicado, la organización advirtió que el cobro retroactivo podría poner en riesgo no solo los planes de inversión, sino también la estabilidad laboral de miles de trabajadores vinculados a la cadena de valor de Ecopetrol.
Desde el Congreso, algunos sectores políticos han manifestado su respaldo a la empresa estatal, argumentando que la DIAN debería revisar su interpretación normativa para evitar un impacto negativo en una compañía que representa uno de los principales motores económicos del país. Sin embargo, otros legisladores, especialmente de tendencias fiscalistas, han defendido la medida, señalando que todas las empresas, públicas o privadas, deben cumplir con sus obligaciones tributarias sin excepciones.
El debate jurídico gira en torno a la interpretación de las normas tributarias que rigen las operaciones de importación de combustibles. Según algunos expertos, la Ley 1607 de 2012 y sus decretos reglamentarios dejaron cierto margen de ambigüedad respecto a las exenciones o el momento de causación del IVA para productos energéticos estratégicos.
Ecopetrol ha indicado que sus decisiones se tomaron con base en conceptos jurídicos emitidos por la DIAN en años anteriores, así como en precedentes administrativos que sugerían una interpretación más flexible del régimen fiscal para el sector. La estatal ha anticipado que agotará todas las vías legales para defender su posición, incluyendo recursos administrativos y posibles acciones judiciales ante tribunales contencioso-administrativos.
La incertidumbre generada por este conflicto fiscal podría tener consecuencias de largo alcance para Ecopetrol. La empresa se encuentra en pleno proceso de transición energética, con ambiciosos planes de inversión en energías renovables, hidrógeno verde y descarbonización de su portafolio.
Una sanción fiscal de tal magnitud obligaría a la compañía a replantear sus prioridades. Es probable que tenga que reducir su participación en proyectos no rentables a corto plazo, desacelerar sus inversiones en tecnologías limpias, o postergar sus objetivos de internacionalización. Todo esto ocurre en un contexto donde la competencia internacional por atraer capital para proyectos energéticos sostenibles es cada vez más intensa.
Desde el punto de vista internacional, el conflicto entre Ecopetrol y la DIAN también podría dañar la percepción de los inversionistas extranjeros sobre la estabilidad regulatoria en Colombia. Las empresas del sector energético, particularmente en hidrocarburos, evalúan cuidadosamente el entorno tributario y normativo antes de comprometer inversiones multimillonarias.
Una percepción de inseguridad jurídica o de arbitrariedad en la aplicación de normas fiscales podría reducir el apetito de inversión, no solo en petróleo y gas, sino también en sectores como minería e infraestructura. Colombia, que aspira a convertirse en un hub de energías limpias y a aumentar su autosuficiencia energética, necesita preservar una imagen de confiabilidad y previsibilidad ante los mercados globales.
Diversos expertos han sugerido que el gobierno y Ecopetrol deberían explorar soluciones concertadas que eviten una confrontación judicial prolongada. Entre las opciones mencionadas se encuentran:
La revisión técnica conjunta de los periodos fiscales en cuestión, con participación de auditores externos.
El fraccionamiento del pago en plazos extendidos, para no afectar el flujo de caja de la empresa.
La posible compensación tributaria con futuras inversiones estratégicas en el país.
La revisión legislativa del régimen fiscal de hidrocarburos, para eliminar ambigüedades y prevenir conflictos similares.
Sin embargo, estas soluciones exigen voluntad política y una visión estratégica que privilegie el desarrollo energético del país por encima de intereses recaudatorios inmediatos.
El cobro retroactivo de impuestos exigido por la DIAN a Ecopetrol es más que una disputa fiscal: es un caso emblemático que pone en tensión los principios de seguridad jurídica, sostenibilidad financiera y política energética. El desenlace de este conflicto marcará un precedente para el futuro del sector y para la relación entre el Estado colombiano y sus principales empresas estratégicas.
En un país que busca fortalecer su soberanía energética y avanzar en la transición hacia fuentes más limpias, decisiones de esta envergadura deben tomarse con una visión de largo plazo, basada en el diálogo técnico, el consenso institucional y la responsabilidad económica. Ecopetrol, como símbolo del desarrollo nacional, merece una solución justa, equilibrada y transparente que garantice su viabilidad sin comprometer el bienestar colectivo.